La experiencia, la vida, nos enseña a diferenciar quién nos aporta y quién no nos aporta en absoluto. Pero todos tienen algo que enseñarnos, para bien o,lamentablemente, también para mal. A ser más buenos y no tan buenos, a ser más amables o más desagradables, a ayudar desinteresadamente o a no involucrarse, a ser sinceros o un poquito más falsos, aunque nos resulte muy difícil fingir. Porque sí, porque nos encontramos todo tipo de personas y necesitamos alejarnos de aquello que no nos hace feliz y de aquellos que no demuestran interés en nosotros ni en nuestros seres queridos, ni en nuestros proyectos…
Ojalá pudiéramos seguir tan ingenuos, sencillos y puros como cuando éramos niños, pero las personas perdemos ese alma por el camino a la edad adulta. ¡No te queda otro remedio si quieres sobrevivir!